Los grabados que representan posiciones sexuales suelen enseñar variaciones donde la pareja está tumbada, de rodillas, a cuatro patas, sentados, a horcajadas… pero raramente les muestran de pie. De todas formas, el cine, los grabados hindúes y sus estatuas se refieren mucho a esta posición.
Para disfrutarla tenemos que partir del conocimiento de que es una postura muy placentera y salvaje, pero mucho más incómoda que aquellas en que estamos sentados o tumbados (misionero, flor de loto…) La clave es encontrar el punto intermedio para que los genitales se encuentren, lo que lleva al hombre a cargar con sus brazos todo el peso de ella. Si esta opción provoca cansancio en el hombre la postura se revelará problemática y poco placentera.
El contexto en el que se practica, tantas veces filmado en el cine, es el de un encuentro espontáneo, salvaje y apresurado, que deja a un lado las miradas o gestos cariñosos. Es un empujón de deseo, sólo apto para atrevidos y parejas sin complejos en la práctica de un sexo puro, centrado en la postura y la penetración.
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